TEORIZANDO EL CONFLICTO ENTRE NEGROS AMERICANOS E INMIGRANTES AFRICANOS EN LOS EE.UU.

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Tunde Adeleke es originario de Nigeria y actualmente es profesor de Historia y Director del Programa de Estudios Afroamericanos en la Universidad Estatal de Iowa. Ha investigado y publicado extensamente sobre temas de nacionalismo negro, panafricanismo, afrocentricidad, biografía negra e identidad afroamericana. Es autor del aclamado por la crítica ‘UnAfrican Americans: Nineteenth Century Black Nationalists and the Civilizing Mission’ (Kentucky, 1998).

El profesor Tunde Adeleke señala en su ensayo ‘Negros americanos: Una crítica a los paradigmas panafricanos e identitarios, que se ha acostumbrado a presumir de una cierta armonía entre los africanos y americanos negros. Pero la realidad de la hostilidad a menudo se niega rotundamente. La suposición de que dos pueblos de un origen común pero separados por siglos de tragedias históricas similares se reunirían automáticamente en hermandad si alguna vez volvieran a estar juntos, está en gran medida detrás del aumento de sentimientos panafricanos. Aunque existe una relación armoniosa entre los dos grupos en muchos otros lugares y contextos, nadie ha considerado seriamente el fenómeno de discordia entre africanos y afroamericanos.

Existen estudios sobre la experiencia de emigrantes africanos en los Estados Unidos que revelan la realidad de la discordia percepcional entre ellos.

En primer lugar cabe señalar que no a todos los negros americanos les gusta ser definidos como afroamericanos. El lingüista estadounidense John McWhorter, quien se caracteriza a sí mismo como «un demócrata liberal cascarrabias», se manifiestó en contra del uso de este término en un artículo publicado en The Manhattan Institute. En el que afirmaba:

«Es hora de que los descendientes de esclavos traídos a los Estados Unidos dejemos de lado el término «afroamericano» y volvamos a llamarnos negros, con una N mayúscula. La América moderna es ahora el hogar de millones de inmigrantes que nacieron en África. Sus culturas e identidades se dividen entre África y Estados Unidos. Tienen apellidos como Onwughalu y Senkofa. Hablan idiomas como wolof, twi, yoruba y hausa, y hablan inglés con acento. Los descendientes vivos de esclavos en Estados Unidos no conocían a sus antepasados ​​africanos ni siquiera tienen parientes mayores que los conocieran. La mayoría de nosotros rezamos en iglesias cristianas. Nuestra cocina es más sureña de los Estados Unidos que senegalesa. Con el número de inmigrantes africanos en los Estados Unidos casi triplicándose desde 1990, el uso de «afroamericanos» se está volviendo cada vez más tenso. Por ejemplo, Alan Keyes, el candidato republicano al Senado en Illinois, ha afirmado que, como descendiente de esclavos, es el «verdadero» afroamericano, en comparación con su rival demócrata, Barack Obama, que tiene un padre africano y una madre blanca. No somos africanos en una medida significativa, pero tampoco somos blancos, y esa es gran parte de la razón por la que la presentación de Jesse Jackson del término «afroamericano» se popularizó tan rápido. Nos distingue de la corriente principal. Tiene un aire de protesta permanente, un recordatorio de que nuestros antepasados ​​fueron traídos aquí en contra de su voluntad, que sus descendientes fueron tratados como animales durante siglos y que hemos recorrido un largo camino desde entonces. Pero necesitamos una forma de hacer sonar esas notas con un término que, en primer lugar, tenga algún sentido y, en segundo lugar, no insulte a los afroamericanos reales que están ocupando su lugar en nuestro país. Y nuestro nombre también debe celebrar nuestra historia aquí, en el único lugar que será nuestro hogar. Calificarnos como parte «africanos» refuerza una triste implicación: que nuestra historia es básicamente barcos de esclavos, plantaciones, linchamientos, mangueras contra incendios en Birmingham y luego en el centro sur, y que debemos mirar hacia atrás a la Madre África para sentirnos bien con nosotros mismos».

John McWhorter

Por otra parte, y en las antípodas del pensamiento ideológico, pero viniendo a decir más o menos lo mismo, Larry Elder, presentador de radio, autor, abogado y documentalista conservador y libertario​, actualmente candidato republicano por California, expresó lo siguiente sobre el uso de este término durante una entrevista con Dave Rubin:

«No me gusta el término afroamericano. Es ridículo. Nací y fui criado en América, nunca estuve en África. Es un término absurdo que Jesse Jackson le enchufó a los medios casi enteramente por su cuenta. Y después de eso empezó a hablar de por qué los negros deben tener una conexión con África. El objetivo es decirle a la gente negra que somos víctimas.»

Larry Elder

Cydney Adams, productora, escritora y periodista multimedia galardonada con sede en la ciudad de Nueva York, escribió lo siguiente respecto al uso de este término en CBS News:

«No todas las personas negras son afroamericanas. Esta es la diferencia. Las protestas de Black Lives Matter han abierto conversaciones sobre la historia del privilegio, el racismo y las experiencias e identidades vividas de los negros en Estados Unidos. Ahora, la distinción entre «negro» y «afroamericano» se ha convertido en una conversación destacada en las redes sociales.

Muchas personas a menudo prefieren el término «afroamericano» por un deseo de corrección política o cortesía. Los dos términos a menudo se usan indistintamente, pero eso no siempre es exacto, y es importante comprender el matiz cuando se habla de raza tanto en Estados Unidos como a escala mundial.

«Hay personas negras en todos los continentes que están en todo el mundo», explicó la profesora Celeste Watkins-Hayes, profesora de estudios afroamericanos en la Universidad Northwestern. «Los afroamericanos son específicos de cada nación. Normalmente hablamos de personas negras que nacieron en los Estados Unidos».

Celeste Watkins-Hayes

Lo que eso significa es que, durante mucho tiempo en la historia de nuestro país, lo más probable es que los negros fueran descendientes directos de africanos esclavizados. Watkins-Hayes describió la adopción del término afroamericano como un «movimiento muy deliberado por parte de las comunidades negras para significar nuestra condición de estadounidense, pero también para significar esta herencia africana».

Con el tiempo, la inmigración a los Estados Unidos aumentó y las personas que se identifican como negras en Estados Unidos también probablemente sean inmigrantes de primera y segunda generación sin una conexión directa con la historia de la esclavitud en este país.

«Entonces, si pensamos en lo que sucedió después de la década de 1960, lo que han visto es un aumento de la inmigración entre los negros que no nacieron en los Estados Unidos. Personas que vienen de África, del Caribe, de Europa, que se identifican como negro, pero no se identifican como afroamericano «.

Darien LaBeach, director de estrategia de diversidad, equidad e inclusión de la agencia de marketing digital Huge Inc., nació en Jamaica y se crió en Estados Unidos.

Darien LaBeach

«Soy negro, y dentro de eso, soy un hombre afroamericano nacido en Jamaica, pero me llamo a mí mismo y me identifico como negro», explicó. «He tenido que asumir diferentes identidades en diferentes períodos de mi vida. Pero mi negrura es el paraguas general de esos diferentes sabores de mi identidad «.

La experiencia de Darien LaBeach es solo un ejemplo de las complejidades de las identidades negras, especialmente en los Estados Unidos. Algunas personas originarias de otros países que viven en los EE. UU. aceptan afroamericanos debido a sus raíces culturales e históricas en la experiencia negra que es específica de este país. «El afroamericano técnicamente ni siquiera es lo que soy», dijo. «Soy una persona negra nacida en Jamaica, pero he adoptado esta etiqueta de afroamericano debido al lugar donde vivo». Estas capas de identidad racial pueden ser extremadamente personales y matizadas. Hay algunos estadounidenses que se identifican como ambos, y algunos prefieren el negro sobre el afroamericano porque en realidad no pueden rastrear su linaje.

«Parte de lo que fue robado, cuando pensamos en la esclavitud, cuando pensamos en la colonización, fue ese linaje», dijo Watkins-Hayes. ‘Ni siquiera me siento cómoda afirmando ser africana, porque no sé la historia de dónde ha venido mi gente'». «Negro» es a menudo un mejor valor predeterminado que reconoce y celebra la raza, la cultura y las experiencias vividas de personas de todo el mundo. «El movimiento que ves ahora hacia el negro es realmente reconocer la naturaleza global de la negritud», dijo Watkins-Hayes. «Entonces, creo que ese es el término más universal». El reconocimiento de una comunidad más grande de personas negras también es parte de la justificación que se da para usar mayúsculas en la palabra. «Es reconocer la importancia cultural, histórica y social del negro como categoría, de modo que merece capitalización», explicó Watkins-Hayes. «Todos estamos conectados», dijo LaBeach sobre lo que significa el término negro para él. «Nuestras experiencias son diferentes, pero todavía estamos vinculados». Pero Watkins-Hayes agrega que si alguien quiere saber con certeza cómo se identifica una persona negra, es mejor simplemente preguntar cuál es su preferencia. «Es una oportunidad para conversar».

Cydney Adams

Como vemos, son varias las razones por las que rehúsan este término. Unos porque creen que reduce su historia a barcos de esclavos, plantaciones y linchamientos, obviando significativamente todo lo que han construido desde entonces, otros porque no son originarios de África y otros porque creen que les victimiza.

Incluso algunos inmigrantes provenientes de África, tampoco se identifican con este término, como veremos más adelante, ya que hay muchos de ellos que dan más importancia a su herencia étnica o nacional, antes que a la «cultura africana», siendo las dos primeras una fuente de orgullo mayor. Veamos qué tan buena es la supuesta conexión con la madre África que predican algunos líderes demócratas como Jesse Jackson, quien popularizó el término afroamericano, parece que sin preocuparse demasiado de si era el más adecuado, o de si podía ofender a alguien. No obstante, continuaré utilizando este término en las siguientes líneas, porque así es como los autores lo han hecho en sus respectivos trabajos.

Comenzamos con un estudio de Benjamin Okonofua, sociólogo, docente, investigador, analista, teórico, escritor y hombre de familia. Actualmente trabaja para el U.S. Africa Command (USAFRICOM), donde es científico social senior y líder de investigación académica para el equipo de análisis sociocultural y de redes sociales en RAF Molesworth, Reino Unido. El Dr. Okonofua se desempeña como experto en la materia en el dominio sociocultural en África y asesor del personal de mando en la cooperación de seguridad con los ejércitos africanos asociados. Él asesora rutinariamente sobre las iniciativas de desarrollo de capacidades e instituciones de defensa lideradas por Estados Unidos, reformas del sector de seguridad, amenazas a poblaciones civiles vulnerables y abusos de derechos humanos por parte de los ejércitos africanos asociados. Como científico social líder, el Dr. Okonofua crea, revisa y refina las metodologías utilizadas por los analistas socioculturales para producir inteligencia procesable para el comandante y para apoyar los enfrentamientos entre militares con los ejércitos africanos asociados. Antes de este tiempo, trabajó para TRADOC G2 Human Terrain System (HTS) como experto en la materia para la investigación y el análisis sociocultural. En este cargo, fue asesor de elementos de mando en Fort Leavenworth, Kansas, U.S. Army Africa (USARAF), Vicenza, Italia, y U.S. Army North (ARNORTH), Fort Sam Houston, Texas. Es profesor adjunto en la Universidad Nacional de Inteligencia, donde enseña metodología de investigación a estudiantes con una amplia gama de necesidades de preparación. Durante más de una década, impartió una variedad de clases de sociología en la Universidad de Benin, Nigeria, y la Universidad Ambrose Alli, Nigeria, y es un autor ampliamente citado de muchos artículos en revistas especializadas y textos de referencia.

Benjamin Okonofua

«Soy más negro que tú»: teorización del conflicto entre inmigrantes africanos y afroamericanos en los Estados Unidos.» Por Benjamin Okonofua.

En este estudio señala que los inmigrantes africanos en los Estados Unidos con frecuencia han sido omitidos o ignorados en los discursos sobre raza / etnia. Varios factores explican esto, el más destacado es la idea de que la población de inmigrantes africanos en este país es demasiado pequeña en comparación con otras poblaciones de inmigrantes en crecimiento para justificar la dedicación de recursos para su estudio. Sin embargo, se cree que el número de esta población inmigrante está aumentando. Pero aunque su población esté aumentando, se ha realizado poco o ningún trabajo de investigación para estudiarlos con el fin de obtener una comprensión conceptual de sus características únicas, experiencia con la inmigración, adaptación al estilo de vida estadounidense y su construcción de una identidad inmigrante distinta que es diferente y puede oponerse a las identidades raciales / étnicas existentes. En particular, no se presta mucha atención a las crecientes tensiones y antagonismos entre inmigrantes africanos y afroamericanos, que a menudo han degenerado en violencia, y cómo estas tensiones y antagonismos han obstaculizado la genuina integración, colaboración y cooperación entre ambos grupos de personas negras.

La idea de que las deficiencias sociales y culturales y no la raza son responsables de la condición de la comunidad negra también sugiere que las personas negras son un grupo homogéneo que manifiesta las mismas deficiencias culturales y sociales y son susceptibles a los mismos choques económicos y sociales. Si bien teóricamente, este puede parecer el caso, en la práctica, nada puede estar más lejos de la verdad. Parece haber crecientes tensiones y conflictos dentro de la población negra minoritaria en los Estados Unidos, lo que sugiere que esta comunidad no es homogénea. Por ejemplo, los inmigrantes africanos están cuestionando su categorización racial como negros, que ven como un dispositivo metonímico que les hace parecer inferiores en relación con los blancos. Las diferencias de etnia, nacionalismo, idioma, adaptación a la vida en los Estados Unidos, intereses económicos, etc., se manifiestan cada vez más y crean enemistad y competencia en lugar de amistad y colaboración entre ambos grupos de negros. Sin embargo, se dice o se escribe muy poco sobre este conflicto, tal vez porque se cree que los conflictos intraraciales o intraétnicos que involucran especialmente a poblaciones minoritarias carecen del poder social necesario capaz de capturar la imaginación estadounidense. Cualquiera que sea el caso, este documento se compromete a comprender las bases del conflicto y sus consecuencias.

La teoría sociológica ha fomentado con menos frecuencia hipótesis sobre las diferencias dentro de los grupos que sobre la desigualdad entre grupos. Muy pocas teorías cuestionan las diferencias internas dentro de las categorías raciales, como entre los inmigrantes africanos y los afroamericanos. Sin embargo, la variación dentro del grupo también contribuye a la desigualdad. Aunque a menudo se pasa por alto, los conflictos intragrupales merecen atención porque contribuyen a las tensiones raciales entre grupos de maneras sustancialmente importantes.

Aunque las concepciones sobre la raza en Estados Unidos entre los académicos continúan enfatizando construcciones locales, mutables y contradictorias, el público continúa tratando el tema de la raza como una dicotomía, es decir, en términos de blancos o negros. Estas categorías, que continúan teniendo relevancia, históricamente han estructurado el estilo de vida estadounidense, especialmente a través de patrones residenciales, matrimonio o elección de pareja, distribución de ingresos, acceso a la atención médica, membresía en la iglesia y la comunidad y participación política. Esta estructuración de la sociedad continúa informando y dando forma a la realidad social tanto de blancos como de negros en los Estados Unidos. La aparente inviolabilidad de la categorización racial prevaleciente está siendo desafiada cada vez más por los nuevos inmigrantes a través de afirmaciones sutiles y no tan sutiles y construcciones de identidades que no se ajustan a la categorización predominante. Muchos inmigrantes nuevos provienen de África y están afirmando o construyendo identidades que potencialmente atacan las ideas fundamentales sobre la raza en Estados Unidos. Estos nuevos migrantes problematizan cada vez más las categorías raciales predominantes no solo por su falta de adecuación, sino también por inyectar los sistemas fundamentalmente diferentes de clasificaciones sociales que traen consigo al complejo racial estadounidense. Así, los migrantes debido a sus diferentes experiencias sociohistóricas están confrontando y negociando el sistema imperante de categorización y diferenciación racial a nivel microsocial en su interacción diaria con el resto de América. Una negociación a nivel microsocial que está plagada de problemas que incluyen tensiones y conflictos entre inmigrantes africanos y afroamericanos.

El choque de sistemas y significados de categorización social entre inmigrantes africanos y afroamericanos ocurre a menudo por cuatro razones interrelacionadas. Primero, en términos de fenotipo, los inmigrantes africanos corresponden a la categoría racial negra a pesar de que sus experiencias de vida, idioma y cultura son marcadamente diferentes entre sí. Su inclusión no selectiva en la categoría negra se basa en la regla de «una gota» (Davis, 1991) o «hipodescente» (Harris, 1964), que históricamente ha sido el criterio preeminente para la categorización social en los Estados Unidos. Los inmigrantes africanos, sin embargo, definen su raza en términos de idioma, herencia sociocultural y origen nacional refiriéndose a su raza de diversas formas como «nigeriano-americano», «sudanés-americano», «ghaniano-americano», «etíope-americano», etc., y no como «negro» o «afroamericano». La construcción y / o promulgación de identidades etnolingüísticas distintas (incluida la construcción preliminar de identidades pseudomigrantes) por inmigrantes africanos significa contradicciones inherentes dentro de la identidad amorfa “negra” que se cree que es una palabra clave para afroamericanos. En esencia, la identidad afroamericana históricamente ha condensado las identidades de los inmigrantes africanos y sus descendientes en Estados Unidos en formas que se cree que generan más desventajas que beneficios. Para ser tomado en cuenta, el inmigrante africano debe pasar por afroamericano. En segundo lugar, los inmigrantes africanos tienen entendimientos que son fundamentalmente diferentes de los de los afroamericanos sobre su ascendencia, lo que potencialmente genera hostilidad entre ambos grupos. En los Estados Unidos, el afroamericano ha experimentado una discriminación en magnitudes que, concomitantemente, han disminuido no solo su identidad sino también su autoestima como entidad social progresivamente creativa. La forma en que ha sido tratado es producto y consecuencia de ideas de raza como categorías dicotómicas de Blanco y Negro, que representan una diferencia infranqueable e inequitativa. Para el inmigrante africano, por el contrario, la comprensión del yo se expresa en nociones de etnia o diferencias étnicas, que normalmente no implican valoración. Si bien el tamaño de un grupo étnico en relación con la población puede determinar el acceso a ciertas oportunidades, estas oportunidades no se distribuyen exclusivamente sobre la base de la superioridad o inferioridad biológica inherente de un grupo.

En tercer lugar, debido a que el sistema predominante de clasificación racial agrupa a los inmigrantes africanos y afroamericanos en la categoría de negros o afroamericanos sin permitir que estos elementos hagan afirmaciones claras de comportamiento y cultura basadas en sus entornos sociohistóricos, solo se puede acceder a las oportunidades y los recursos como afroamericanos. Y en un entorno donde la identidad afroamericana está devaluada o tiene un poder adquisitivo limitado, los elementos internos deben encontrar formas creativas de competir por las oportunidades disponibles para la categoría. Esto, a menudo, produce un conflicto que implica, para los inmigrantes africanos, la creación de fronteras dobles (Royce, 1982) incluyendo una frontera que lo identifica desde dentro de la categoría negra como diferente (y tal vez opositora) y la otra que lo identifica desde la categoría de negros. Por lo tanto, la autoasignación como “nigeriano-estadounidense” u otra identidad con guión pretende repudiar la línea de color históricamente fija y se considera que constituye la mejor vía para desbloquear oportunidades y recursos que están bloqueados para afroamericanos o negros. Dado que la sociedad estadounidense ha sido cada vez más susceptible a la globalización y sus influencias, incluidas las conmociones económicas que resultan de un mercado en contracción (o expansión) o el colapso económico que se cree que es en parte el debido a las fronteras porosas y la inmigración ilegal, los conceptos de identidad de las personas, típicamente ligados a sus recursos y oportunidades, están cada vez más en proceso de cambio y generan miedo y provocan conflictos. Aprovechando esta incertidumbre y miedo, la identidad se ha convertido en una herramienta para aquellos que desean controlar a los demás (y anexar o apropiarse de los recursos y oportunidades que se abren a estos otros) manipulando las diferencias percibidas en estos «otros». Al manipular los conceptos de identidad de quienes a menudo desconocen, o que, en cualquier caso, tienen recursos sociales limitados y poder para resistir, los grupos han fomentado el odio intragrupal e instigado conflictos, a veces conflictos violentos, para proteger y preservar su estatus dominante. y las oportunidades y recompensas que la acompañan, al tiempo que disminuye el estatus y, por ende, la participación de oportunidades y recompensas de las poblaciones minoritarias como los negros en los Estados Unidos.

Una de las principales fuentes de conflicto entre inmigrantes africanos y afroamericanos es cómo perciben sus identidades étnicas. Por ejemplo, Nyibol, un inmigrante de Sudán, observa que los afroamericanos no tienen un sentido inmediato de origen étnico.

«No tienen concepción de una identidad étnica. Los inmigrantes africanos tenemos un fuerte sentido de identidad étnica. Soy, ante todo, sudanés antes de ser africano, antes de ser negro, antes de ser sudanés estadounidense. Esto es algo muy importante para mí, a diferencia del afroamericano que solo tiene un sentido de identidad racial. En todo lo que hace, se ve a sí mismo como descendiente de un esclavo y oprimido por esa historia en América. Él ve a la América Blanca como el opresor ayudado activamente por el inmigrante africano. Nos desprecia por eso.«

Los inmigrantes africanos creen que su apego a algún otro país, sociedad, comunidad, gente y cultura da forma a su identidad. En este sentido, se diferencian del afroamericano que está perdido en este importante contexto. Creen que el afroamericano anhela un sentido de apego histórico a dominios culturales africanos específicos, pero aparentemente se siente frustrado por su «desarraigo» como resultado de lo cual llega a despreciar y resentir cada vez más al inmigrante africano, cuya historia romantiza. Construir la identidad del inmigrante es en parte posible porque Nyibol ha clasificado a otras personas negras como afroamericanos o diferentes. Por lo tanto, trazar límites alrededor de las características de “igualdad” y, por lo tanto, de “pertenencia” implica necesariamente excluir o crear identidades de “no pertenencia” para los demás, alienando así a los demás. Esto significa que la identidad étnica que se construye siempre está en peligro de ser desestabilizada, subvertida o suplantada por lo que no es o no abraza, como la identidad afroamericana o la identidad negra. La identidad del inmigrante se convierte en una especie de identidad híbrida que existe temporalmente para llenar el vacío creado por la tensión entre el yo étnico y el nuevo yo racial en los Estados Unidos. Si bien esto permite al inmigrante evadir o minimizar la negatividad y las oportunidades disminuidas asociadas con ser negro, el afroamericano ve la construcción y el mantenimiento de la identidad del inmigrante como el repudio de la negritud y, en esencia, el repudio del afroamericano, una negación que debe ser desafiada.

Si bien la adquisición de la identidad étnica a menudo se logra a través de la socialización en la propia cultura de origen, la retención de esa identidad puede verse desafiada por experiencias en un nuevo entorno sociocultural en el proceso de aculturación, que en el contexto de los Estados Unidos es la americanización. El término se utilizó inicialmente para describir actividades diseñadas para preparar a los residentes de los Estados Unidos nacidos en el extranjero para la participación plena en la ciudadanía. El objetivo no era simplemente el logro de la ciudadanía, sino la inculcación real en el inmigrante del estándar de vida económico, social y moral estadounidense. Este proceso de inculcación, al completarse, transforma al inmigrante de la “otredad” a la “Américaidad” en el sentido de que comprende, acepta y se compromete con los principios de la vida estadounidense.

En los EE. UU., el inmigrante experimenta una variedad de presiones para convertirse en estadounidense. Como otros inmigrantes antes que él, se convierte en un producto de la asimilación de muchas culturas o nacionalidades diferentes, que se han mezclado cuidadosamente en la realidad cultural estadounidense con sus sistemas de clasificación y categorización rígidamente ordenados. Comienza a pensar y actuar junto con otros como un estadounidense. Esta dinámica es capturada por la metáfora del “crisol de razas”, un simbolismo estadounidense que implica la mezcla de múltiples culturas para producir lo exclusivamente estadounidense. Sin embargo, como sostiene Huebner (1906), “pensar y actuar juntos” no implica ni siquiera requiere que los lazos raciales estén completamente perdidos o que el nuevo inmigrante sea inmune a la valoración social y política de las razas en los Estados Unidos; más bien, «pensar y actuar juntos» en la mayoría de los casos implica mantener acuerdos exclusivos con otras personas de la misma raza. Por ejemplo, los negros a menudo se agrupan en comunidades pobres y desatendidas. Los judíos, italianos, bohemios y escandinavos también suelen establecerse en asentamientos exclusivos. Estos asentamientos, independientemente de la raza de los colonos, se americanizan en la medida en que los inmigrantes que los habitan aprenden a pensar y actuar como estadounidenses. Según Huebner (1906), «pensar y actuar juntos» también puede significar la «unión de mentes y actividades» del inmigrante con las de los estadounidenses a través de una interacción física sostenida. Para los inmigrantes africanos, la expectativa es que debe unirse en mente y actividades con los afroamericanos como una forma de afirmar su carácter americano. En este sentido, se convierte ante todo en afroamericano y, a través de esta identidad asumida, se vuelve legible como estadounidense, lo que le confiere las expectativas, responsabilidades y oportunidades del afroamericano, y poco más.

Los inmigrantes africanos están desafiando esta realidad de manera sutil y no tan sutil. Buscan la definición de americanización que tienen los inmigrantes europeos, que en su uso más amplio es un eufemismo para la blancura y hasta hace poco catolicismo. La blancura es muy valorada y está representada en el micronivel por los valores de la clase media. Muchos inmigrantes africanos han llegado a dar mucha importancia a estos valores y buscan activamente alcanzarlos. Sin embargo, incluso con esta definición, la americanización implica mucho más que las expectativas de transferir la cultura blanca de clase media y los beneficios a los inmigrantes africanos. También se dirige a la modificación o alteración de los valores y creencias concretos del inmigrante, como el compromiso con los ideales individualistas versus una orientación colectiva, social o interdependiente. El efecto de esto es que el inmigrante africano experimenta la interacción de fuerzas contradictorias, la presión para convertirse en estadounidense despojándose de su «otredad» y para adaptar Estados Unidos a toda la fuerza de su historia. Para el inmigrante africano, a diferencia de sus homólogos europeos, este proceso es intensamente laborioso y estresante. La americanización es un proceso casi indoloro para los inmigrantes europeos, especialmente porque implica principalmente «ser blanco». El hecho de la blancura abre toda la gama de recursos y oportunidades y desbloquea el potencial creativo del migrante europeo. Para el inmigrante africano, “ser blanco” no es una opción; en cambio, se espera que «sea afroamericano». Sin embargo, el afroamericano debido a su historia de esclavitud, segregación y discriminación es una entidad desfavorecida, que a menudo carece del capital social, cultural, político y económico necesario para vivir la buena «vida estadounidense». En reacción a esto, los inmigrantes africanos pueden optar por «actuar como blancos», donde se convierten en una caricatura, un artilugio perverso que es ridiculizado por el afroamericano que cada vez más lo ve no solo como superfluo sino también como un artilugio impulsado por la misma división, fuerzas que históricamente han disminuido su existencia.

La competencia económica entre grupos étnicos se ha considerado durante mucho tiempo una explicación de las tensiones y hostilidades entre grupos. Hay una gran diferencia entre el inmigrante africano y el afroamericano. Mientras que el inmigrante africano es educado, tímido, reflexivo, trabajador y orientado a la familia, el afroamericano es brusco, amargo, siempre molesto, enojado, perezoso, beligerante y carece de compromiso familiar. En el trabajo, el inmigrante africano trata de cumplir siempre con él, mientras que muchos afroamericanos tratan de evadirse.

Por ejemplo, Dante, un bloguero afroamericano , está molesto por el hecho de que los inmigrantes que llegan a los Estados Unidos parecen ascender más rápido que el afroamericano promedio. De acuerdo con él:

«La velocidad con la que lo hacen bien es asombrosa. Te deja preguntándote qué estás haciendo mal o qué no estás haciendo bien. Vienen aquí y en un espacio de dos años poseen su propia casa, automóvil, negocio y familia. Tengo mucho menos que el africano que vino ayer.»

La conclusión lógica que extraen muchos afroamericanos de sus observaciones comunes sobre la movilidad ascendente de los inmigrantes es que la sociedad estadounidense sigue prefiriendo a los inmigrantes, a los negros nativos, tal como sucedió en el pasado, donde los inmigrantes europeos y asiáticos eran preferidos a los afroamericanos.

Esta idea es percibida en la siguiente observación de Sempefeme, una bloguera afroamericana:

«Los inmigrantes africanos no tienen ningún negocio en este país. ¿Qué aportan? Nada. Comen donde no sembraron. ¿Dónde estaban cuando trabajábamos en las granjas, nos marcaban la letra S en la frente, nos negaban el derecho a la educación, la palabra, el voto y una vida digna? Vienen solo para evitar que alcancemos nuestro potencial. Sí, son un grupo de parásitos inútiles.»

Varios encuestados afroamericanos en este estudio, compartieron la opinión de Sempefeme. Caracterizaron al inmigrante africano como «oportunista», «consciente del dinero», «inteligente» y «astuto». Dicen que los inmigrantes africanos vienen a Estados Unidos no con la intención de contribuir al desarrollo de las comunidades estadounidenses locales, sino para “repatriar” o “remitir” dinero a África. De esta manera, el inmigrante africano se caracteriza por ser poco entusiasta en su compromiso con Estados Unidos, lo que sugiere que nunca podrá ser americanizado. Más importante aún, a través de su proximidad a la América Blanca, el inmigrante africano priva al afroamericano de muchos de los recursos que necesita para progresar, incluida la capacidad de acumular riqueza, ocupar puestos de prestigio en el trabajo y en los negocios, y becas y premios a nivel local en escuelas.

Con respecto a la tendencia del inmigrante africano a prosperar rápidamente en Estados Unidos, un bloguero afroamericano lo describe como «traición». Según este blogger:

«Los inmigrantes africanos nos han traicionado porque ahora tienen acceso económico y no nos han contactado. No apoyan la discriminación positiva y, sin embargo, son los mayores beneficiarios de la discriminación positiva. Se benefician de la educación, la vivienda, el trabajo, las mujeres. . . las nueve yardas completas. Nos tomaron por sorpresa. Nadie nos dijo que iban a venir, de qué iban, o por qué estaban aquí.»

De manera similar, a los afroamericanos les preocupa que la afluencia de inmigrantes africanos a vecindarios predominantemente negros y su falta de voluntad para permanecer allí el tiempo suficiente para aportar sustancia a estas comunidades, tenga el potencial de devaluar su patrimonio incluso si la realidad es mucho más compleja. Los inmigrantes africanos, sin embargo, insisten en que su presencia en el espacio socioeconómico estadounidense no socava las oportunidades de los afroamericanos; más bien, debería ayudar a acelerar el crecimiento y el desarrollo y mejorar el prestigio y el bienestar de los afroamericanos. Al atacar sus negocios y su estilo de vida, el afroamericano se presenta como antagonista del progreso y el bienestar del inmigrante africano. Según Nkanga:

«Cuando llegas a un país nuevo, es como nacer. No conoces el idioma, la cultura, el país. Como ellos (los afroamericanos) son negros y han vivido en este país antes de que nosotros llegáramos, pensamos que nos guiarían y nos dirían cómo vivir en este país. En cambio, lo que obtuvimos fue ataque tras ataque y falta de apoyo.«

Los inmigrantes africanos creen que los afroamericanos crean obstáculos deliberadamente para ellos mientras luchan a través de numerosos desafíos de primera y segunda naturaleza y las tensiones y antagonismos resultantes hacen que el desarrollo y la expansión de una red social negra holística, con todas sus ventajas potenciales, sea imposible. Según Adam:

«Cuando llegamos aquí, pensamos que era una tierra pacífica. Pasamos cuatro años en un campo de refugiados antes de instalarnos finalmente en Columbus. Estábamos felices porque pensamos que podíamos confiar en los afroamericanos. Nos equivocamos. Son un problema. Ya hemos tenido suficientes problemas en casa. Estamos tratando de curarnos. No tenemos el apoyo de nadie, ni siquiera de negros como nosotros. Esto es muy malo. Dicen que hemos venido a quitarles el trabajo y privarlos de sus oportunidades. Es muy triste.«

Lo anterior sugiere que las divisiones económicas están en el centro de las tensiones y antagonismos entre inmigrantes africanos y afroamericanos en los Estados Unidos, específicamente en cómo se evalúan, distribuyen y apropian los recursos.

Al final de este estudio, el autor menciona la teoría de la desviación manipulativa, que, según él consiste en culpar a los blancos de los conflictos entres ambos grupos. Estos conflicos, dice, resultan de la manipulación de ambos grupos por parte de los blancos utilizando la estrategia de la división para conquistar, que fue efectiva en la creación de colonias blancas en los estados africanos en los siglos XIX y XX. Esta teoría de la desviación manipuladora sugiere que el conflicto intraraza entre negros en los Estados Unidos se origina principalmente de la socialización en una sociedad donde la cultura de la minoría negra es sistemáticamente desgarrada y destruida por la cultura blanca dominante de una manera que hace imposible su recuperación. La destrucción gradual de los valores, sistemas de creencias y sistemas de adaptación y organización cultural y social de los negros en los Estados Unidos fue facilitada por las fuerzas de la esclavitud, el colonialismo, el racismo, la segregación y la americanización. Esto ha producido mega identidades como la identidad negra y mega narrativas como la ideología de la negritud, que tiene connotaciones peyorativas y se puede contrastar con la ideología “superior” de la blancura. La construcción forzada y la legitimación de una sola identidad negra y la agrupación de personas de color en esa categoría sin tener en cuenta sus entornos sociohistóricos y culturales estaba destinada a producir fisuras duraderas entre los elementos de esa categoría. Al reunir elementos cognitivos inconsistentes sin crear afirmaciones históricas y de comportamiento claras (ver Ijomah, 1988), los blancos se aseguraron de que siempre hubiera tensiones, hostilidades y conflictos dentro de la comunidad negra. La forma en que se creó la categoría Negra ha ayudado a mantener la hegemonía de la blancura al mismo tiempo que deja una herida en la comunidad Negra que se ha profundizado con la falta de oportunidades sociales, económicas y políticas.

Todas las opiniones son escuchadas y bienvenidas en este blog y este estudio sin duda arroja luz sobre el origen del conflicto. Demos paso a conocer el siguiente, también muy interesante, sobre experiencias de inmigrantes africanos en Detroit, que poco tienen que ver con responsabilizar a los blancos, más bien al contrario, quizá a algunos líderes negros irresponsables que, con sus políticas y su discurso victimista , en vez de ayudar a la comunidad negra, son un lastre.

Detroit como laboratorio para las relaciones afroamericanas. Por David C. Koelsch, profesor de Derecho, Director de Immigration Law Clinic, Universidad de Detroit Mercy School of Law.

David C. Koelsch

Este trabajo examina las relaciones entre inmigrantes africanos y afroamericanos en Detroit, Michigan. Comprender las percepciones de los inmigrantes africanos sobre los afroamericanos es fundamental para cualquier esfuerzo por construir cohesión y valores compartidos entre inmigrantes africanos y afroamericanos y también para romper los estereotipos sostenidos por cada grupo del otro. Los inmigrantes africanos y los afroamericanos tienen una relación delicada. A primera vista, las similitudes en los tonos de piel, rasgos faciales y otras características físicas hacen que muchos inmigrantes africanos y afroamericanos sean indistinguibles entre sí. Sin embargo, su herencia étnica compartida no anula su variada historia y legados culturales. Al igual que otros estadounidenses, a los afroamericanos se les ha inculcado la creencia de que África es un continente atrasado, devastado por la guerra y el hambre, poblado por personas divididas a lo largo de líneas tribales y gobernado por déspotas. Al igual que otros inmigrantes, los inmigrantes africanos han sido alimentados con una dieta constante de la cultura popular global de los EE. UU. Que presenta a los afroamericanos bajo una luz omnipresente negativa como habitantes de guetos urbanos que se visten y hablan de manera rebelde.

Este trabajo presenta las opiniones de los inmigrantes africanos hacia los afroamericanos con quienes comparten un ancestro común. Muchas de las opiniones son inquietantes y, francamente, se basan en la percepción y no en la realidad. Sin embargo, estas opiniones son auténticas y dignas de ser escuchadas, incluso si el único punto de escuchar las opiniones de los inmigrantes africanos es refutarlas o trabajar para construir un futuro en el que ya no se las considere válidas.

A diferencia de otras ciudades en las que se han asentado inmigrantes africanos, los inmigrantes africanos en Detroit viven tanto en la ciudad mayoritariamente afroamericana más grande de Estados Unidos como en el área metropolitana más segregada racialmente de Estados Unidos. A primera vista, Detroit podría verse como un microcosmos del mundo: en África y Detroit, predominan las personas de ascendencia africana; en África y Detroit, existe la percepción, tal vez una realidad, de que el destino de uno está dirigido por personas de origen no africano; en África y Detroit, hay orgullo por la herencia africana. Como concluye este estudio altamente selectivo, anecdótico y no estadístico, la realidad es muy diferente. Detroit no es un microcosmos y la herencia compartida y los eventos históricos que unieron a los afroamericanos y los inmigrantes africanos en Detroit no anulan los estereotipos y las percepciones que cada grupo tiene hacia el otro. Detroit es un laboratorio ideal para estudiar las fallas y los puentes entre cada grupo.

Entre los inmigrantes africanos, a menudo se hace referencia a Detroit como la «Atlanta del norte». Atlanta ha atraído una proporción desproporcionada de inmigrantes africanos recientes, en parte porque los inmigrantes africanos se sienten bienvenidos en una ciudad donde los afroamericanos ocupan puestos políticos y económicos importantes en la administración de la ciudad. Al igual que en Atlanta, en Detroit, prácticamente todos los puestos ejecutivos y de personal de la ciudad están ocupados por afroamericanos, el costo de vida es relativamente bajo, y los residentes de Detroit son abrumadoramente afroamericanos. A pesar de su economía lenta y pobreza arraigada, Detroit continúa atrayendo a personas de ascendencia africana que buscan una vida mejor para ellos y sus familias.

Este estudio examina el contexto más amplio de las relaciones entre los inmigrantes africanos y los afroamericanos y aborda varias preocupaciones específicas: (I) las perspectivas de los inmigrantes africanos de los afroamericanos en términos de los valores históricos y culturales de los afroamericanos; (II) dificultades en la comunicación entre cada grupo; (III) la comprensión de la raza por parte de los inmigrantes africanos; (IV) el valor otorgado a la educación por los inmigrantes africanos; y (V) la falta de vínculos sociales entre inmigrantes africanos y afroamericanos.

El estudio concluye con varias sugerencias concretas de acciones que todas las partes podrían tomar para aliviar las tensiones y promover un diálogo abierto y constructivo sobre la raza y la etnia.

Muchos inmigrantes africanos atribuyen parte de la distancia entre inmigrantes africanos y afroamericanos a diferentes entendimientos de sus respectivas herencias culturales. Una queja común entre los inmigrantes africanos sobre los afroamericanos es que se percibe que carecen de un auténtico orgullo por su historia y herencia africanas. Los inmigrantes africanos están orgullosos de su herencia cultural y se identifican fuertemente, si no con ser africanos, sí con su grupo étnico y nacionalidad. Por ejemplo, Felix, un inmigrante africano de Camerún, señala que:

“Soy de Bamenda, soy Bamileke , Soy camerunés: estos me hacen quien soy y saco fuerza de cada una de estas partes de mi herencia ”.

Félix se apresuró a agregar que, como bamileke anglófono, no siempre había sido tratado de manera justa por el gobierno de Camerún, dominado por los francófonos, pero todavía está orgulloso de ser camerunés.

No todos los inmigrantes africanos informaron que la «cultura africana» les da fuerza: varios inmigrantes africanos informaron que su herencia étnica o nacional era una fuente de orgullo mayor. Por ejemplo, Merid, un inmigrante de Etiopía, expresó que respeta primero su herencia como etíope y que no se considera a sí mismo ante todo como un africano. Merid es un exitoso corredor de bolsa que posee una gran casa en un suburbio acomodado de Detroit. Como padre de varios niños nacidos en los EE. UU., Merid intenta a propósito inculcar los valores y la herencia etíope en su familia a través de la membresía activa en la Iglesia Ortodoxa Etíope y los viajes anuales a Etiopía. Informa que sus hijos se han asimilado a la cultura estadounidense, pero se resisten a ser identificados como afroamericanos o asociarse en mayor medida con afroamericanos que con niños de otros grupos étnicos.

Además de reconocer su herencia como etíope en lugar de estrictamente africana, las opiniones de Merid sobre los afroamericanos difieren un poco de las de otros africanos. Durante los treinta años que ha vivido en los EE. UU., Merid se ha encontrado con afroamericanos de todos los espectros sociales y económicos y tiene una visión más matizada y menos crítica de los afroamericanos que la que tienen muchos inmigrantes africanos. En particular, Merid pone menos énfasis en las apariencias externas y el habla como barómetros de la inteligencia o la ética de trabajo de un afroamericano:

“Me he dado cuenta de que una persona es mucho más de lo que parece o suena, algunas de las mejores personas que yo conozco sé que son afroamericanos que hubiera rechazado hace años ”.

Merid ayuda a los inmigrantes africanos más recientes a adaptarse a la cultura estadounidense y los insta a no tomar decisiones rápidas sobre con quién eligen socializar. Merid también trabaja con afroamericanos para corregir suposiciones sobre África y los inmigrantes africanos.

A pesar de la afirmación de los inmigrantes africanos de que los afroamericanos ignoran la historia africana, varios inmigrantes africanos encuestados admiten libremente que son igualmente ignorantes con respecto a la historia afroamericana y los valores sociales compartidos. Varios residentes de Freedom House visitaron el Museo Charles A. Wright de Historia Afroamericana e informaron sobre un nuevo respeto por la experiencia afroamericana. Después de ver una exhibición gráfica sobre la práctica de los linchamientos, los inmigrantes africanos expresaron conmoción e indignación por la barbarie que se había infligido a los afroamericanos. Prosper, un inmigrante africano del Congo, señaló que las fotografías de los linchamientos permanecieron en su mente muchos meses después de ver la exhibición y que ahora entendía que la psique colectiva afroamericana había quedado marcada por esta práctica. Prosper señaló que:

«Ya sea que su bisabuelo o abuelo tuvieron que vivir la época de los linchamientos, el recuento de esa experiencia transmitida de generación en generación debe tener algún efecto en los afroamericanos».

Todos los inmigrantes africanos encuestados informaron que su herencia es una fuente de fortaleza y orgullo personal. Muchos inmigrantes africanos perciben a los afroamericanos como en gran parte ignorantes de la historia y la cultura africanas y varios inmigrantes africanos culparon a la falta de herencia cultural entre los afroamericanos por los problemas generalizados en África. La sociedad estadounidense, incluido el desempleo, los bajos niveles de educación, la familia erosionada, estructuras y dependencia de las drogas y el alcohol.

Sin embargo, la mayoría de los inmigrantes africanos encuestados reaccionaron negativamente a los intentos de los afroamericanos de recuperar una herencia cultural africana perdida por la esclavitud, Jim Crow y la negación de los derechos civiles. Varios inmigrantes africanos encuestados se burlaron abiertamente de las prácticas culturales afroamericanas destinadas a promover la herencia africana, como Kwanzaa, por imponer a los afroamericanos supuestamente tradiciones africanas con muy poca base en la realidad. Kalonji, un inmigrante africano del Congo, ridiculizó a Kwanzaa como una «falsa celebración ”y argumentó que,“ si los afroamericanos necesitan inventar unas vacaciones para sentirse bien consigo mismos, entonces tienen un problema ”. Wario, un inmigrante africano de Kenia, señaló que varias de las palabras basadas en swahili utilizadas en la ceremonia de Kwanzaa eran absurdas y deploró lo que él percibió como la falta de una herencia africana auténtica. El Mes de la Historia Negra también se pierde para muchos inmigrantes africanos. Un inmigrante africano declaró: “Febrero no tiene significado; no sentimos una sensación de conexión «.

Otras encuestas confirman que muchos inmigrantes africanos creen que los afroamericanos tienen poca consideración por la historia o los valores culturales africanos:

«A los estudiantes africanos se les enseña sobre la esclavitud, la historia y la cultura africanas. Pero a los afroamericanos nativos rara vez se les enseña historia africana. El resultado es que los negros nativos saben poco sobre su herencia africana. Pocos negros nativos se han encargado de aprender sobre la cultura africana. Somos una casa dividida.«

Los inmigrantes africanos no creen que los afroamericanos comprendan las luchas por la independencia, el desarrollo económico y los recursos en los que han estado los africanos comprometidos.

Adetoun, de Nigeria, informa que:

«Todos los afroamericanos parecen tener un chip en su hombro sobre sus luchas sin entender que los africanos también lucharon durante el período colonial y poscolonial«.

Peor aún, desde la perspectiva de los inmigrantes africanos, se cree que los afroamericanos consideran a los inmigrantes africanos como cultural y económicamente atrasados. Los inmigrantes africanos perciben que los afroamericanos tienen las mismas opiniones negativas sobre los africanos que los blancos estadounidenses, es decir, que África es un continente plagado de corrupción gubernamental y malas condiciones de salud, pocas oportunidades económicas y sangrientas divisiones tribales y étnicas.

Joscky, un inmigrante del Congo, que trabaja como guardia de seguridad y tiene una gran interacción con compañeros de trabajo afroamericanos, informa que sus colegas afroamericanos le preguntan de forma rutinaria si aprendió a conducir un automóvil en los Estados Unidos, si tenía un televisión en el Congo, y si fue a la escuela en África. La ironía de la situación de Joscky es que tiene estudios universitarios y ocupaba un puesto de alto rango supervisando las transacciones de las instituciones financieras en el Congo y ahora trabaja como guardia de seguridad nocturno en la sede corporativa de un gran banco estadounidense.

La decepción de los inmigrantes africanos con las percepciones de los afroamericanos se extiende a las perspectivas sobre los roles de género. Adetoun, mencionada anteriormente, es una mujer joven a la que a menudo se acercan hombres afroamericanos interesados ​​en salir con ella. Adetoun es una cristiana muy devota y se siente desanimada por lo que considera el comportamiento crudo y no cristiano de muchos jóvenes afroamericanos pero, según Adetoun:

«Me sorprendió mucho cuando un hombre afroamericano dijo que quería una mujer africana por esposa porque somos más serviles que las mujeres afroamericanas. No solo es un estereotipo de las mujeres africanas, sino que muestra que los hombres afroamericanos sienten la necesidad de dominar a sus esposas

Otros inmigrantes africanos informan actitudes peyorativas similares entre los afroamericanos. Onwuka Uchendu, de Nigeria, se cansó tanto de las preguntas ignorantes que embellece sus respuestas:

«Yo digo: «Sí, tenemos autos y tenemos semáforos, y cuando se ponen en verde, los autos pasan, y cuando se ponen en rojo, los elefantes pasan». Si quieren burlarse de mí y avergonzarme, entonces juego el juego».

Este método de relacionarse entre sí no se presta a fomentar una atmósfera de comprensión y respeto mutuos. Según las respuestas de los inmigrantes africanos, se percibe que los afroamericanos no poseen un alto nivel de conocimiento y respeto por la historia o la cultura afroamericana. Una vez más, no se trata de si una percepción es verdadera o no: lo que más importa es que se le dé voz a la percepción.

Para otros inmigrantes africanos, las dificultades para asociarse con afroamericanos se derivan de una preocupación más básica: la incapacidad real o percibida de muchos inmigrantes africanos para comprender los patrones de habla y entonaciones utilizados por muchos afroamericanos. Honore, un inmigrante reciente de Ruanda, comentó que los afroamericanos son difíciles de entender e impacientes cuando se les pide que repitan:

«Supongo que, hasta que escuchan mi acento, los afroamericanos asumen que soy uno de ellos y me hablan en jerga y, cuando les pregunto que repitan lo que dijeron o no puedo entenderlos, a veces se enojan y simplemente se alejan».

Este es un estribillo común entre los inmigrantes africanos en Detroit. Muchos inmigrantes africanos provienen de la élite educada y, si no son hablantes nativos de inglés, a menudo poseen cierto grado de fluidez en inglés. La incapacidad para comprender el inglés que hablan algunos afroamericanos puede impedir la capacidad de los inmigrantes africanos y los afroamericanos para interactuar social y profesionalmente. Los inmigrantes africanos de habla inglesa, como los nigerianos y los cameruneses anglófonos, también luchan con la lengua vernácula y las entonaciones afroamericanas. En casos extremos, los inmigrantes africanos pueden no acercarse a los afroamericanos para entablar una conversación informal debido a la división lingüística. Como se indica a continuación, muchos inmigrantes africanos ven la educación y, sobre todo entre todas las formas de educación, la capacidad de hablar y comprender el inglés como algo fundamental para el éxito.

Emmanuel, de Senegal, insiste en el valor de aprender inglés:

“Aprender un inglés correcto es el primer paso para asimilarse a la cultura estadounidense” .

Culpa a muchos afroamericanos por dar por sentada su educación sin siquiera intentar usar un inglés correcto. La principal queja de Emmanuel con respecto a la lengua vernácula afroamericana es que, para sus oídos, como alguien que se esfuerza por aprender inglés, la lengua vernácula suena descuidada, imprecisa e irrespetuosa. Hasta la fecha, Emmanuel solo ha conocido a unos pocos afroamericanos en posiciones de autoridad y, cuando lo hizo, le llamó la atención la línea divisoria entre los afroamericanos que hablaban un inglés correcto y los que hablaban la lengua vernácula afroamericana. Atribuyó la división a los niveles de educación ampliamente variables y la ética de trabajo relativa entre los afroamericanos. Basado en su análisis de los patrones de habla afroamericanos, Emmanuel hizo ciertas suposiciones y seleccionó a los afroamericanos con quienes deseaba asociarse. Emmanuel, como un profesional educado con aspiraciones de éxito económico en los Estados Unidos, eligió asociarse con afroamericanos más educados y con movilidad ascendente y afroamericanos rechazados que hablaban “inglés negro”. Ya sea correcto o incorrecto, los inmigrantes africanos hacen suposiciones sobre los afroamericanos basándose en su habla y la lengua vernácula afroamericana es un desvío distintivo de los inmigrantes africanos.

Estudios previos de inmigrantes africanos indican que los africanos dan menos importancia a su raza como característica definitoria que los afroamericanos. Por ejemplo, el estudio fundamental del profesor John A. Arthur, Invisible Sojourners: African Immigrant Diaspora in the United States, concluye que los inmigrantes africanos no están preocupados por la raza sino que, en cambio, se centran en los logros educativos y el capital humano necesarios para el éxito en el país. Los inmigrantes africanos reconocen que el racismo y la discriminación existen en la sociedad estadounidense y pueden impedir el progreso económico, pero creen que esos obstáculos pueden superarse mediante la educación, la perseverancia y la motivación empresarial. Un inmigrante africano citado en el estudio de Arthur afirmó:

A pesar de las prácticas discriminación en el pasado, conozco a muchos negros nativos que han dejado de intentarlo. Algunos han decidido conscientemente no empoderarse comprometiéndose con la educación. No siempre puedes culpar al hombre blanco».

Los inmigrantes africanos a menudo expresan su frustración con sus homólogos afroamericanos, a quienes perciben como un obstáculo para su propio progreso:

«Incluso cuando tienes éxito, todavía se te considera un fracaso porque dejaste el gueto y te volviste demasiado blanco» .

Sin embargo, los inmigrantes africanos pueden ser algo ingenuos con respecto a las relaciones raciales. Como señaló un inmigrante africano en un estudio separado:

«Creciendo en África. . ., la cultura del racismo y los prejuicios blancos no fue parte de la educación africana. . . . [éramos] conscientes de la historia de la esclavitud pero, en todos los casos, estábamos dispuestos a olvidar y perdonar. Nunca se nos ocurrió que seríamos blanco de odio simplemente por el color de nuestra piel. Curiosamente, nuestras pieles negras y marrones tampoco nos abrieron las puertas de par en par en la comunidad afroamericana. Fuimos, y seguimos siendo para muchos afroamericanos, forasteros o beneficiarios de su lucha contra una sociedad racista. Si tenemos demasiado éxito y vivimos en un bonito barrio blanco, entonces se nos acusa de traicionar a nuestra raza, de ser “burgueses negros” y de querer ser blancos. Para los vecinos blancos, estamos a salvo porque somos negros de África. . ., no del sur o de Brooklyn y, según su forma estereotipada de pensar, no consumimos drogas ni alcohol ni tenemos grandes fiestas nocturnas.»

Los inmigrantes africanos y los afroamericanos existen en mundos separados y en conflicto y, en muchos casos, comparten solo las características físicas comunes por las que son juzgados por la sociedad mayoritaria. De hecho, los inmigrantes africanos a menudo se sorprenden de ser los beneficiarios de actitudes racistas hacia los afroamericanos. Bryce, un inmigrante africano de Burundi, recuerda:

«Me di cuenta por primera vez del racismo sutil cuando mi supervisor blanco en la fábrica donde trabajaba se enteró de que tenía un título universitario y me dijo que “este trabajo es para tu hermano»: No entendí lo que quería decir y le pedí que me explicara y me dijo que, a diferencia de mí, un africano educado y motivado, los afroamericanos de la fábrica eran más adecuados para el trabajo porque carecían de motivación. Por supuesto, mi supervisor afirmó que no era racista porque no me había agrupado con todos los negros.«

Claramente, Bryce se benefició de la actitud de su supervisor y fue ascendido a un puesto menos exigente físicamente en la fábrica. Lo que puede ser más revelador es que Bryce no sintió la obligación de corregir a su supervisor y, de hecho, estuvo de acuerdo con su supervisor con respecto a la falta de motivación percibida entre los trabajadores afroamericanos. El accidente de la ascendencia racial común, en la mente de muchos inmigrantes africanos, no supera las diferencias que los inmigrantes africanos perciben entre ellos y los afroamericanos.

Para muchos inmigrantes africanos, el lugar de trabajo proporciona un entorno en el que deben confrontar sus propias actitudes y las de los demás sobre la raza y la ascendencia. Wario, un inmigrante africano de Kenia, obtuvo sus títulos universitarios y de posgrado en los EE. UU. Y ahora brinda asesoramiento sobre salud mental a los reclusos de la prisión de Michigan. En ese puesto, entra en contacto frecuente con afroamericanos ya que la mayoría de sus colegas y los presos son afroamericanos. Wario ve a los presos afroamericanos ansiosos por culpar de sus problemas al racismo y la pobreza, mientras que los presos blancos son más propensos a culpar a las drogas o al alcohol por sus problemas personales y legales. Wario tiene una relación incómoda con sus colegas afroamericanos y los presos afroamericanos. Wario informa que los reclusos afroamericanos a menudo se acercan al personal afroamericano y les piden que realicen pequeños favores, como contactar a un familiar o enviar un paquete por correo, todos los cuales son claras violaciones de las reglas.

Muchos miembros del personal afroamericano aceptarán estas solicitudes y, cuando Wario los cuestione con respecto a una infracción de las reglas, les explicarán que simplemente están “ayudando a un hermano”. Los presos afroamericanos también se acercan a Wario para pedirle favores y él se niega a cumplir con sus solicitudes. Como resultado, los presos afroamericanos se refieren abiertamente a Wario como «tío Tom» o «vendido». En las sesiones de asesoramiento, cuando Wario sugiere que el racismo puede no estar en el centro de todos sus problemas personales o legales, los reclusos afroamericanos a menudo se vuelven conflictivos y acusan a Wario de no conocer sus experiencias porque no creció negro en Detroit. La falta de confianza entre los reclusos afroamericanos y Wario ha obstaculizado su capacidad para proporcionar asesoramiento sobre salud mental y su supervisor ahora asigna a Wario para que trabaje exclusivamente con reclusos blancos o reclusos afroamericanos que cumplan con las reglas institucionales.

Sería conveniente atribuir la falta de empatía de Wario con los afroamericanos a la falta de conocimiento de la experiencia afroamericana o al prejuicio racial, pero Wario ha estudiado extensamente la historia afroamericana y ha tenido varias amistades afroamericanas cercanas en la universidad. Wario también ha sentido el aguijón del prejuicio racial. En la universidad, salió con una mujer blanca, pero sus padres rompieron su relación cuando se enteraron de que Wario era negro. Wario se reunió con sus padres y trató de explicarles que él era de África y que tal vez no encajara con sus nociones preconcebidas sobre los afroamericanos. Sus padres no escucharon y prohibieron a Wario salir con su hija: le explicaron que “solo querían lo mejor” para ella. Wario respetó sus deseos y terminó la relación. Los comentarios de Wario subrayan el punto de que, incluso los inmigrantes africanos educados en Estados Unidos y que han sido víctimas de prejuicios raciales pueden tener opiniones negativas sobre los afroamericanos.

Además, varios inmigrantes africanos encuestados no comparten un alto nivel de respeto por los líderes afroamericanos. Merid, un inmigrante de Etiopía que ha vivido en los Estados Unidos durante muchos años, insiste en que los líderes afroamericanos no han logrado promover la causa de los afroamericanos en su conjunto. En particular, culpa al reverendo Al Sharpton por generar resentimiento entre los afroamericanos, afroamericanos de bajos ingresos contra blancos. Por el contrario, elogia a Bill Cosby por su franqueza con los afroamericanos sobre la responsabilidad personal y el valor de la educación.

A pesar de su encuentro personal con los prejuicios raciales, Wario también deplora a los líderes afroamericanos, incluidos los Revs. Jesse Jackson y Al Sharpton, a quienes acusa de utilizar a los afroamericanos para su propio beneficio personal y político mientras toman pocas acciones concretas para ayudar a los afroamericanos. De manera similar, Simon, un inmigrante de Camerún, afirma que Detroit le recuerda a Yaundé, la capital de Camerún, en términos de la pobreza y las malas condiciones de vida que ve en ciertos vecindarios de Detroit. Simon era profesor en Camerún y lee mucho sobre Detroit y su historia. Se pregunta abiertamente si los problemas en Detroit y Yaundé tienen la misma fuente: corrupción política entre una élite política y étnica arraigada.

Pocos inmigrantes africanos pueden apreciar mejor las distinciones entre la cultura africana y afroamericana que Jennifer. Llegó a los Estados Unidos cuando tenía ocho años y asistió a escuelas multiétnicas en Los Ángeles hasta que cumplió catorce, cuando se mudó a Detroit. Jennifer es de Nigeria pero ha sido separada de su familia biológica por varios años y ahora vive con una familia adoptiva afroamericana en Detroit y asiste a las Escuelas Públicas de Detroit. Cuando fue a la escuela por primera vez en Detroit, recuerda haberse preguntado:

«¿dónde están todos los demás niños?»

Le sorprendió la casi total falta de diversidad en su escuela y el hecho de que los únicos no afroamericanos que encontró eran varios maestros y administradores escolares.

En Los Ángeles, sus compañeros de clase se burlaban de ella por su acento y su cabello, pero ella no se sentía especialmente señalada porque sus compañeros eran una mezcla de blancos, hispanos, asiáticos, árabes y afroamericanos y todos recibieron y repartieron una parte de burlas de base étnica. En Detroit, los compañeros de clase de Jennifer se burlaban de ella sobre si vivía en una choza de barro en Nigeria y si comía mono, y la despreciaban por «actuar como blanca» cuando obtenía buenas calificaciones en los exámenes y las tareas escolares. “Mi familia de acogida y algunas personas en la escuela han sido simplemente geniales”, informa Jennifer, “pero creo que me sorprendió un poco la hostilidad que algunas personas sentían hacia mí”. Para hacer frente a esa hostilidad, Jennifer buscó a otros estudiantes con quien podría relacionarse y se unió a la unidad del Cuerpo de Entrenamiento de Oficiales de Reserva Juvenil (ROTC) en su escuela, en la que los estudiantes deben cumplir con altos estándares educativos y morales y entrenar y usar uniformes militares de manera rutinaria.

Jennifer reconoce los aspectos positivos y negativos de vivir como miembro de una comunidad mayoritaria:

«De alguna manera, es reconfortante vivir en un vecindario casi completamente negro y asistir a una escuela secundaria completamente negra, pero sé que hay un mundo más amplio que no es así y necesito saber cómo vivir en ese mundo. Por mucho que respeto a los afroamericanos, mi cerebro no es afroamericano y, aunque entiendo algo de la ira de muchos afroamericanos, siento que no comparto ese enojo, solo quiero seguir adelante con mi vida y no vivir en un lugar donde todos se parecen a mí.«

Jennifer planea asistir a la universidad y obtener un título en negocios, pero, por ahora, su ingreso a una sociedad multicultural en la que será juzgada por su carácter y habilidades y no por el color de su piel será a través del servicio en el Cuerpo de Marines de los EE. UU. Jennifer planea alistarse en el Cuerpo de Marines de los EE. UU. Tan pronto como se convierta en residente legal permanente de los EE. UU.

La importancia de la educación: El sistema de escuelas públicas de Detroit enfrenta muchos desafíos, incluida la disminución de la matrícula de estudiantes, los bajos puntajes relativos en las pruebas y un historial de mala gestión financiera y administrativa. En general, los inmigrantes africanos están mejor educados que sus contrapartes afroamericanos. Con base en las percepciones del sistema de escuelas públicas de Detroit y la importancia que los inmigrantes africanos le dan a la educación, muchos inmigrantes africanos harán todo lo posible para asegurarse de que sus hijos no sean colocados en lo que perciben como un sistema escolar fallido. En un esfuerzo separado para aumentar la comprensión de la inmigración y los inmigrantes entre los niños en edad escolar, durante un período de tres años, el autor de este estudio habló a más de treinta clases de quinto grado distribuidas uniformemente entre Detroit y los suburbios circundantes. En cada visita, el autor preguntaba si algún estudiante o sus padres no habían nacido en los EE. UU. En las quince aulas de Detroit que visitó, en las que casi todos los estudiantes eran afroamericanos, solo dos estudiantes informaron que ellos o uno de sus padres eran nacidos en Africa. En las aulas suburbanas, la incidencia fue mucho mayor: en una sola aula de 28 estudiantes en Troy, Michigan, los padres de cuatro estudiantes nacieron en África e incluso en Grosse Pointe, un suburbio tradicionalmente carente de diversidad cultural, casi todas las aulas visitadas contenían al menos un estudiante nacido en África o cuyos padres fueron nacidos en África y, de hecho, en dos aulas, los estudiantes relacionados con África superaron en número a los estudiantes afroamericanos en una proporción de 2: 1.

Las conversaciones con inmigrantes africanos con niños en edad escolar confirman la validez de esta observación. Philippe, un inmigrante africano del Congo, tiene tres hijos en la escuela primaria y secundaria:

«Antes de que mis hijos vinieran aquí desde África, vivía en un apartamento de una habitación en Detroit y tenía tres trabajos para poder permitirme mudarme con ellos a Madison Heights [un suburbio de clase media de Detroit]. La gente me advirtió sobre las escuelas de Detroit y no dejaría que mis hijos fueran allí.«

De manera similar, Ilonga informó que tuvo un segundo trabajo para pagar un apartamento en Troy, un suburbio de Detroit, para que sus hijos, a sus ojos, no tuvieran una desventaja educativa. Esta información anecdótica puede indicar que, en un porcentaje más alto que los africanos, los estadounidenses y los inmigrantes africanos valoran más la educación como medio de progreso y están dispuestos a trabajar duro para poder pagar casas en los suburbios de Detroit, donde se percibe que las escuelas brindan una mejor educación. Los datos de la Oficina del Censo de EE. UU. Confirman que los inmigrantes africanos tienden a vivir en vecindarios más blancos: en el sureste de Michigan, la población es aproximadamente 45 por ciento blanca donde viven inmigrantes africanos, pero solo aproximadamente 17 por ciento blanca donde viven afroamericanos. Los datos, junto con la información anecdótica sugieren que los inmigrantes africanos tienen más probabilidades que los afroamericanos de vivir en comunidades diversas. Si eso se debe a diferencias en el deseo de mejores escuelas, tendencias históricas de la población dictadas, en parte, por pactos raciales y restricciones de propiedad que prevalecieron en los suburbios de Detroit hasta hace relativamente poco tiempo, o simplemente que a los inmigrantes africanos les resulta más fácil vivir entre vecinos que no se parecen a ellos.

Los inmigrantes africanos encuestados socializan en gran medida en círculos de inmigrantes intraafricanos y las relaciones sociales y económicas se forman principalmente entre inmigrantes de la diáspora africana. La experiencia inmigrante de los inmigrantes africanos los pone en contacto con los afroamericanos, pero los inmigrantes africanos seleccionan a sus pares sociales entre otros inmigrantes africanos. Gran parte de la socialización de inmigrantes africanos en Detroit se centra en una liga de fútbol compuesta casi en su totalidad por inmigrantes africanos. Cada equipo de fútbol está compuesto por inmigrantes africanos de países o regiones específicos: el equipo congoleño juega contra el equipo de Camerún, y así sucesivamente. La liga juega intencionalmente en Detroit para evitar cualquier problema que perciban que una gran concentración de negros podría provocar en los suburbios, pero los jugadores han recibido una reacción mixta de los afroamericanos que ven los juegos. Jean Pierre, un inmigrante africano del Congo, informa que los afroamericanos, al principio, parecían confundidos al ver a un gran grupo de hombres negros jugando al fútbol y pronto se dan cuenta de que los jugadores son inmigrantes africanos e ignoran o desdeñan a los jugadores africanos o, con un espíritu amistoso, desafíe a los jugadores africanos a jugar baloncesto u otros «deportes estadounidenses» como el béisbol o el fútbol. Los inmigrantes africanos en Detroit generalmente se adhieren a sus iconos culturales, como el fútbol, ​​en lugar de diversificarse en otros deportes, lo que podría aumentar su interacción social con los afroamericanos. Jean Pierre informa:

«No es que no me guste el baloncesto o el béisbol o el fútbol, ​​sino que prefiero jugar al fútbol con africanos que me comprenden que con afroamericanos que no».

Wario caracteriza sus relaciones sociales con los inmigrantes africanos como «fáciles» y con los blancos como «buenas, una vez que saben que no soy de aquí», pero con los afroamericanos como una «zona gris». Explicó lo que significa una «zona gris» para él:

«Cuando conozco a un afroamericano por primera vez, nos rodeamos un poco y tratamos de entendernos. En mi mente, me pregunto “¿Es militante? ¿Sabe algo de África? ¿Odia a los blancos? » Quizás en su mente esté haciendo preguntas similares. Una vez que nos conocemos, podemos relacionarnos como hermanos separados o como hijos de Abraham, cada uno echando su suerte.«

El trabajo y la escuela unen a los inmigrantes africanos con los afroamericanos, pero en entornos sociales los inmigrantes africanos pueden elegir con quién desean pasar el tiempo y en cuya compañía se sienten más a gusto. Puede ser revelador que los inmigrantes africanos encuestados tienden a agruparse entre sus pares.

-FIN DEL ESTUDIO-

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Fuentes:

Estudio de Benjamin Okonofua: “I Am Blacker Than You”: Theorizing Conflict Between African Immigrants and African Americans in the United States: https://journals.sagepub.com/doi/full/10.1177/2158244013499162

Estudio de David C. Koelsch: «Experiences of African Immigrants in Detroit«: https://www.law.berkeley.edu/files/Koelschpaper.pdf

Aunque hay otros estudios similares -muy pocos- estos dos me han parecido los más relevantes.

Tunde Adeleke

Para finalizar citaré de nuevo al profesor Tunde Adeleke, mencionado al principio, ya que sus ensayos tienen puntos de vista muy interesantes sobre la supuesta conexión con la madre África de los negros nacidos y criados en EE.UU, que predican algunos líderes demócratas como Jesse Jackson, entre otros «gurús» panafricanistas/afrocentristas. Una idea que, en la opinión de un experto, es errónea.

El ensayo completo sobre la crítica al panafricanismo, de Tunde Adeleke se puede leer aquí: https://myr1798sf.wordpress.com/2020/10/10/una-critica-al-panafricanismo-por-el-prfesor-tunde-adeleke/?fbclid=IwAR0xLQaFV79MVFaOecN-KstYC4zpAGY_RsB68epm02uuAAoAk5iblDDdJS0

Una crítica al panafricanismo

Comencemos definiendo qué es el panafricanismo: movimiento político, filosófico, cultural y social, que promueve el hermanamiento africano, la defensa de los derechos de las personas africanas y la unidad de África bajo un único Estado Soberano, para todos los africanos, tanto de África como de las diásporas africanas.

Veamos qué dice el profesor Tunde Adeleke en su crítica al panafricanismo. Adjuntaré las citas más relevantes que ayudarán a comprender un poco más todo lo anterior.

«Es necesario reexaminar el marco conceptual y reconocer las limitaciones históricas del panafricanismo. Los que definen el panafricanismo como un movimiento predicado históricamente en la mutualidad, consenso, identidad compartida e intereses entre los africanos y la diáspora negra, tergiversan y posiblemente malinterpretan su historia.»

«Los americanos negros partidarios del panafricanismo ignoran la existencia de una corriente conservadora que se opone con vehemencia al panafricanismo, que ve los problemas afroamericanos como esencialmente internos y favorece una solución localizada.»

«El panafricanismo en algún momento poseía una noble historia y objetivo y manifestó un cierto grado de consistencia. Los africanos y la diáspora negra se unieron, atraídos por la experiencia compartida y un sentido genuino de identidad y obligaciones mutuas para forjar una lucha común.»

«El panafricanismo se ha convertido desde entonces en una sombra del anterior. Todas las conversaciones sobre la regeneración han sido posturas retóricas e intelectuales desprovistas de cualquier intento serio de lidiar con sus desafíos y contradicciones. Las contradicciones son de dos dimensiones. La primera se relaciona con las realidades postcoloniales internas de África. La segunda se refiere al carácter complejo y problemático del problema de identidad en África y entre los estadounidenses negros. «

«Una mirada crítica a este enfoque africano es crucial si los llamamientos actuales para reactivar el panafricanismo quieren tomárselo en serio. El contexto africano es actualmente problemático, y hasta que esto no se aborde/intente, reactivar el panafricanismo seguirá siendo un eslogan. El panafricanismo no puede construirse sobre una base truncada y disfuncional. La noción de experiencia compartida entre los africanos y los estadounidenses negros se vuelve hoy falaz por una combinación de circunstancias. Los perpetradores de los males que plagan África y América negra: racismo, etnocentrismo, corrupción, desempleo, explotación, marginación y pobreza, son fundamentalmente diferentes. No hay bases para la unidad sobre los suelos de los problemas compartidos, desafíos y enemigos como en el pasado.»

«La segunda dimensión crítica para el afrocentrismo es el reclamo de identidad africana, es decir, la insistencia en definir afroamericanos como africanos. El paradigma de identidad rechaza cualquier definición de estadounidenses negros que no sean africanos. Esta convicción se basa en los elementos de las tradiciones y valores africanos (o lo que algunos estudiosos llaman “africanismo”) encontrados entre los negros en la diáspora. La implicación es que, a pesar de siglos de esclavitud y separación, los negros en la diáspora retienen aspectos esenciales de su identidad cultural africana. El paradigma de identidad define a los estadounidenses negros, y de hecho toda la población de la diáspora negra, como africanos, racial, étnica y culturalmente, a pesar de siglos de exposición y aculturación en los valores y civilizaciones occidentales/europeas. El argumento es que los negros en los Estados Unidos son africanos y deberían vigorosa y conscientemente exhibir esta africanidad en sus vidas, modos de pensamiento, vestimenta, cultura y estilos de vida.»

«Si bien reconocen la experiencia estadounidense, los afrocentristas se niegan a otorgarle mucha importancia en la configuración de la identidad de los negros. Para los afrocentristas, los negros americanos siguen siendo esencialmente africanos, a pesar de siglos de experiencia y enculturación en el Nuevo Mundo. Se suponía que los estadounidenses negros habían salido de la esclavitud y de la experiencia estadounidense con su identidad africana intacta. «

«La experiencia negra en la diáspora fue culturalmente transformadora y revolucionaria. Es imposible ignorar esta compleja realidad histórica, como hacen los líderes afrocentristas en un intento por imponer una identidad panafricana superficial y problemática. Es digno de mención que muchos estadounidenses negros siguen siendo escépticos a un paradigma que sitúa su identidad fuera de Estados Unidos. De hecho, el debate entre los intelectuales negros estadounidenses sobre la pertinencia de la conexión africana es acalorado.»

«En 1775, la gran mayoría de los negros en la Norteamérica británica eran nietos de personas nacidas en el nuevo mundo. Como resultado, pocos estadounidenses negros tenían un sentido de identidad africana, aunque pueden identificarse con África. En consecuencia, los afroamericanos comparten identidad racial, no étnica, con África. Sin embargo, muy a menudo la identidad racial se confunde con, o, se usa como sinónimo de identidad étnica, y el énfasis dado a la identidad racial a menudo nubla la falta de identidad étnica. «

«Hay mucho más en ser africano que simplemente cambiar los nombres o vestirse con atuendo africano. Ser africano es reconocer la fuerza y la autoridad, y vivir de acuerdo con los dictados de la cultura africana. Los afroamericanos son incapaces de comprometerse por completo al poder y la autoridad de la cultura africana. Mientras reclaman ciertas facetas de la cultura africana, ellos todavía tienen que entender, y mucho más reconocer, el poder soberano de la cultura africana. Al reivindicar la identidad africana, los afrocentristas simplemente enfatizan la estética de la cultura africana -nombres, indumentaria, festivales e incluso comida- al mismo tiempo que ignoran el factor más importante en la creación de la identidad africana, la autoridad “legislativa” de la cultura africana. La cultura es una poderosa autoridad en África. Exige e impone obligaciones que ninguna ley creada por el hombre puede socavar o desafiar. De hecho, es la cultura la que da forma a los aspectos más críticos de la identidad. Un buen ejemplo de esto es el área de responsabilidad parental. Es la tradición, no la ley, quien define y establece la base y el alcance de la responsabilidad parental entre los africanos. Aquellos criados en la sociedad occidental puede que encuentren esto restrictivo y opresivo.»

«Ciertamente hay familias negras estadounidense e incluso blancas, que replican el modelo africano. Sin embargo, es suficiente saber que existen prácticas, tanto actitudinales como culturales, que se consideran normativas y apropiadas en la sociedad estadounidense a la que se suscriben los negros, que son inconcebibles en un contexto cultural africano. En otras palabras, el contexto cultural estadounidense permite y normaliza las tendencias que un verdadero africano se avergonzaría a abrazar. Que los estadounidenses negros se suscriban a patrones culturales euroamericanos, aun cuando retienen facetas de los valores africanos, subraya la complejidad del problema de identidad. Aunque de ascendencia africana, los estadounidenses negros también son estadounidenses y, en consecuencia, deben reconocer y aceptar el hecho de que es imposible darle la espalda por completo a la experiencia de los Estados Unidos y sus ramificaciones culturales.»

«La implicación de la crisis actual en África para la noción de identidad entre los africanos es igualmente significativo. Si hay una crisis de identidad entre los estadounidenses negros, hay una crisis de identidad aún mayor entre los africanos. Sin resolver esta crisis, las conversaciones de forjar la vinculación panafricana con los negros a través del Atlántico son engañosas. ¿Cómo pueden los africanos hablar seriamente sobre la identidad compartida con la diáspora, al igual que los jefes de estado que organizaron y participaron en el Séptimo Congreso Panafricano en Kampala hicieron, cuando ellos mismos no se identifican por completo con su compatriotas? ¿Cómo pueden los africanos en el extranjero hablar sobre la unión y la identidad con americanos negros, cuando estos africanos alimentan el mutuo resentimiento basado en etnicidad, religión o algún otro factor primordial?

En otras palabras, ¿Cómo se puede revivir el panafricanismo en África, donde el etnocentrismo y el micronacionalismo han erosionado la base misma sobre la cual podría haber florecido el panafricanismo? No es exagerado aventurar la sugerencia de que algunos africanos se sienten más a gusto y cómodos con los extranjeros que con sus compañeros africanos, particularmente de un origen étnico diferente. Esta es una realidad que los defensores del panafricanismo negro, particularmente los afrocentristas, se han negado a reconocer. En consecuencia, hay una crisis de identidad mucho más profunda entre los africanos de lo que reconocen los afrocentristas. La limpieza étnica, la carnicería humana bárbara presenciada en Ruanda, Burundi, Congo, Zaire o Somalia, y el estado de miseria masiva y empobrecimiento prevaleciente en Nigeria, Kenia, Liberia, Sierra Leona y otros países africanos, no son manifestaciones del ethos de mutualidad entre los africanos, ni son indicativos de una conciencia generalizada de identidad.»

«El resurgimiento de la conciencia panafricana entre los estadounidenses negros es formado por la antigua percepción romántica de África que ignora la realidad étnica, cultural y divergencias y contradicciones lingüísticas (no solo complejidad). «

«los estadounidenses negros que defienden el panafricanismo, creyendo que enfrentan problemas y desafíos similares con los africanos, y asumiendo que todo está bien con África, o que los problemas africanos son causados por fuerzas externas, están equivocados. Parecen reacios a enfrentar la cruda realidad de la violencia estructural interna y las contradicciones dentro de África, realidades que desafían y niegan los conceptos de armonía y consenso en el corazón del panafricanismo. «

«Si bien los factores externos neocoloniales y neoimperiales siguen siendo potentes, es igualmente significativo enfocarse en cero y abordar críticamente los factores indígenas. Mientras desde la distancia, los problemas africanos pueden aparecer a los estadounidenses negros como el fantasma del viejo enemigo neocolonial, esos problemas les parecen a los africanos en su verdadero carácter y esencia nacionales y no encajan en el molde racial tradicional. La realidad es de negros contra negros. Africanos contra africanos.»

«Soy consciente del hecho de que existe una relación armoniosa entre los dos grupos en muchos otros lugares y contextos. El caso es, que la realidad de la hostilidad a menudo se niega rotundamente. Se ha acostumbrado a presumir de una cierta armonía entre los africanos y americanos negros. Esto parece una suposición lógica y está en gran medida detrás del aumento de sentimientos panafricanos. Aunque nadie ha considerado seriamente el fenómeno de discordia entre africanos y afroamericanos, hay estudios sobre la experiencia de emigrantes africanos en los Estados Unidos que revelan la realidad de la discordia percepcional entre ellos.»

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Leyendo a Tunde Adeleke se da uno cuenta del cacao mental que algunos supuestos gurús panafricanistas/afrocentristas y líderes demócratas como Jesse Jackson y Al Sharpton, les introducen en la cabeza a sus seguidores. No a todos, por suerte, faltaría más, pero sí a los que se dejan lavar el cerebro con discursos para engañabobos.

Al Sharpton

Al Sharpton, muy demócrata y «progresista» él, dijo recientemente en un discurso sobre George Floyd:

«La historia de George Floyd representa la historia del pueblo negro, porque desde hace 401 años, la razón por la que nunca hemos podido ser quienes queremos y soñamos ser, es que han mantenido la rodilla sobre nuestro cuello».

Curioso que esto lo diga alguien que ha hecho un negocio millonario con la victimización de los negros americanos.

La respuesta de Thomas Sowell a estas palabras de Sharpton, es reveladora y quizá ayude a comprender por qué los inmigrantes africanos encuestados en los estudios anteriores, ascienden económicamente antes que los negros americanos nacidos y criados en EE.UU (y seguramente seguidores de Al Sharpton) se adaptan mejor que ellos, e incluso prefieren no juntarse con ellos:

«Todas las razones políticas que ofrecen a los líderes negros, tienden a culpar de todos los problemas de la comunidad negra a la sociedad en general, lo que les permite asumir el rol de defensores de la comunidad negra contra este enemigo, creando una situación en la que muchos negros sienten que nada de lo que hagan por sí mismos les puede ayudar, que no tiene sentido hacerlo a menos que se haga políticamente, como grupo. Si crees en esta idea, ¿por qué querrías machacarte en al escuela sabiendo que el sistema no te dejará llegar a ninguna parte? Una de las cosas más patéticas que escuché en los últimos años, fue un joven negro diciendo que en un momento pensó que se uniría a la Fuerza Aérea y se convertiría en piloto, pero que luego se dio cuenta de que el hombre blanco no dejaría que un hombre negro se convirtiera en piloto. Lo dice décadas después de que aviadores negros hubieran establecido su reputación en el combate en Europa. La desesperanza es uno de los grandes productos de la «industria racial», la idea d que no tienes ninguna posibilidad. Este tipo de sentimientos es producido por la «industria racial» para su propio interés.«

Se puede ver en este vídeo en el minuto 2:17: https://www.youtube.com/watch?v=kh4QGfL-dDU

Thomas Sowell

Thomas Sowell es una de las mentes más brillantes del último medio siglo. Ha vivido la segregación, ha asistido a escuelas segregadas y ha vivido en ciudades segregadas. Le han rechazado de restaurantes y viviendas debido a su color de piel, y ha sentido el dolor y la humillación del racismo en primera persona a lo largo de su vida. No necesita sermones de nadie.

Como muchos otros negros de esa época y en esos lugares, su familia no tenía educación. La mayoría de los hombres trabajaban como jornaleros o en el sector de servicios, y las mujeres normalmente eran empleadas domésticas. Las leyes racistas habían reducido las oportunidades para los estadounidenses negros y, por lo tanto, habían limitado su movilidad ascendente.

En 1960 estaba orgulloso de las protestas en el sur, y de la forma en que su gente había cobrado vida y del buen juicio con el que se habían manejado las cosas«.

Sin embargo, en 1962, ya comenzaba a tener dudas sobre este enfoque para abordar la desigualdad racial. «Cuanto más sigo las luchas de integración del Sur, más me inclino a ser escéptico en cuanto al fruto real de todo esto». En su opinión, «el fervor generado en la lucha por la ‘integración’ en todas las cosas a toda costa parece más una liberación emocional que un movimiento sensato hacia algo que promete un beneficio valioso». Para Sowell, ya estaba claro que la búsqueda de la igualdad de derechos implicaba compensaciones. El tiempo y los recursos dedicados a una cosa dejan menos tiempo y menos recursos para dedicarlos a otra cosa.

Sowell fue uno de los pioneros en criticar el movimiento por los derechos civiles. Además de pensar que los activistas estaban haciendo un mal trabajo al elegir sus batallas, a Sowell le molestaba cada vez más la forma en que los líderes negros parecían estar demasiado preocupados por la aprobación de los blancos. El liderazgo de los derechos civiles continuaría por este camino en las próximas décadas. Hasta bien entrado el siglo XXI, los líderes negros a menudo parecían mucho más interesados ​​en buscar reparaciones por esclavitud y derrocar las estatuas confederadas que en ofrecer a las familias negras pobres un escape de las escuelas públicas que fracasan.

Los activistas continuaban persiguiendo la validación blanca como el fin de todo, ahora especialmente a través del movimiento Black Lives Matter. Sowell había sido testigo de estas tendencias en sus primeras iteraciones hace más de medio siglo, y resulta que tenía razón al sospechar que harían poco, por sí mismas, para reducir las disparidades raciales.

Thomas Sowell es uno de los más grandes economistas, filósofos políticos y prolíficos autores de esta época.

Un comentario Agrega el tuyo

  1. Eppocalipsis dice:

    E S P E C T A C U L A R !!!!!!!!!!!!!!!! por cierto me encanta el sentido común y la inteligencia de Larry Elder!!!! un abrazo, y muy buen artículo!!!!!

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